domingo, 22 de marzo de 2015

Implicaciones psicológicas del machismo (Parte II)

IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS DEL MACHISMO
Parte 2
Uresti Maldonado, Katia C.



En el artículo anterior se describió ampliamente el machismo, desde una descripción muy general hasta su presencia en la actualidad, para dar pauta a sus implicaciones psicológicas en esta segunda parte.

Y no sólo se expondrán dichas implicaciones en la formación del hombre machista, sino que además, se exponen las repercusiones y/o consecuencias psicológicas, algunas propuestas de intervención y consideraciones para la práctica clínica.



Formación del hombre machista desde la perspectiva psicológica


¿Cómo se forman hombres machistas? Como se mencionó anteriormente, desde la concepción se depositan en el pequeño expectativas culturales respecto a su sexo, que con el paso del tiempo el pequeño debe cumplir. Después de depender totalmente de la madre durante meses, en el primer año de vida él debe aprender a qué sexo pertenece e iniciar el proceso de identificación e imitación (Castañeda, 2002), es aquí donde la figura paterna tiene una importante función para que el niño asuma el rol masculino, pues servirá como modelo de las actitudes que culturalmente se interpretan como masculinas (Hardy & Jimenez, 2001). Considerando que el contexto del niño es la familia mexicana en la que la supremacía y superioridad del padre es indiscutible y tiene lugar la abnegación y autosacrificio de la madre (Diaz, 2006), es natural entonces que dicho modelo patriarcal enaltezca la masculinidad como pilar de la estructura familiar mexicana en donde toda actividad y/o conducta masculina es alabada y fuertemente inculcada, incluyendo manifestaciones agresivas y de tipo sexual (Giraldo, 1972). De esta forma a lo largo de su desarrollo, se le compran al pequeño juguetes que refuercen y fortalezcan su masculinidad, es decir, juguetes que se caracterizan por promover o propiciar mayor actividad física, rudeza, fuerza, etc., como pelotas, carros de bomberos, juguetes de construcción, muñecos de guerra, etc. (Díaz & Rocha, 2011). Cuando llega a la adolescencia, el joven se identifica no sólo con su padre, sino además, con modelos masculinos promovidos por su contexto cultural; es decir, se identifica con un hombre idealizado y estereotipado difícil de alcanzar (Castañeda, 2002).

Durante esta etapa el signo de virilidad es hablar o actuar en torno a la esfera sexual; es decir, “quien posea información o experiencia en relación con asuntos sexuales es, inevitablemente el líder del grupo” (Diaz, 2006, p. 37). Lo anterior conduce a alardear e inventar historias sobre su potencia sexual y múltiples conquistas (Lewis, 1967). Aparece también en esta etapa la agresividad característica del machismo, pues mediante ella trata de mostrarle a los demás que él es “el más macho”, el más masculino, el más fuerte, el más poderoso físicamente; y toda mujer espera que su amante sea el más guapo, el más valiente quien la pueda proteger y defender de otros hombres, por lo que debe estar listo para atacar y reaccionar verbal y físicamente cuando sea ofendido; y este poder lo demuestra también a través del alcohol y el lenguaje obsceno. (Giraldo, 1972). 



Ya entrando en la adultez, el hombre se encamina a la búsqueda de la mujer idealizada con intenciones maritales, es decir, la mujer casta y femenina; dejando la expresión abierta de la sexualidad exclusiva para amantes y prostitutas (Díaz, 2006), lo que pasa a ser visto como natural por creer que tienen mayor necesidad sexual (Giraldo, 1972). El papel del hombre adulto dentro del matrimonio es de dueño y protector; y en el hogar su papel es de proveedor, el “jefe de la casa” y de una indiscutible autoridad ante sus hijos (Díaz, 2006). Su papel de proveedor, lo lleva a tener una función importante, el trabajo remunerado, lo que constituye el centro del respeto en la sociedad y que además le otorga seguridad y autonomía (Hardy & Jiménez, 2001).




Repercusiones psicológicas del machismo

De acuerdo a las características y la formación del machismo anteriormente descrita, se puede decir que algunas de las repercusiones psicológicas del machismo son las siguientes:


A) Estrés y tensión: Vivir en base a la masculinidad es una fuente potencial de estrés y tensión para muchos hombres, debido a la permanente preocupación del cumplimiento de sus logros, el estar a la altura y alcanzar el éxito, rendir en los deportes o bien, en el sexo (Eisler, 1995; y otros), así como cumplir con su deber de proveedor familiar, pues en el ámbito laboral implicaría invertir mayor tiempo y esfuerzo al trabajo, no estar emocionalmente disponible para la familia (Brooks, 1992; Pleck, 1995), lo cual provoca estrés derivado de la sobrecarga de trabajo y la discrepancia entre decidir lo que es importante para él (familia o trabajo) (González, Peiró & Rodriguez, 2006). Es así como el cumplimiento de las expectativas y demandas de la sociedad pueden llegar a provocar dolor y sufrimiento, en la medida en que no se satisfacen con éxito (Kaufman, 1995).


B) Restricción emocional: El machismo establece una división en el trabajo afectivo de los roles masculinos y femeninos, en donde algunas emociones le son permitidas al hombre y otras no, lo anterior debido a la necesidad de los mismos de alejarse lo más posible de los atributos femeninos para afirmar su masculinidad en donde las emociones prohibidas de cada lado le serán asignadas al género contrario. Así, las “emociones permitidas” para el género masculino serían alegría, enojo, odio, deseo sexual y orgullo; mientras que las “emociones prohibidas” serían el miedo, tristeza, ternura y vergüenza. Es común entonces el enmascaramiento, es decir, cuando a los hombres se les prohíbe tener miedo, en lugar de temor sentirán enojo (Castañeda, 2002) lo que deja como consecuencia una fuerte restricción e inhibición emocional en los hombres que posiblemente le imposibilite experimentarlas, expresarlas e incluso identificarlas.



C) Dificultades en la comunicación: Se asume que los hombres son reservados“porque así son los hombres” y se entra entonces en un círculo vicioso en el que las mujeres hablan de más porque éstos se callan y ellas se encargan de decir lo que en realidad les correspondería decir a ellos, y muchas veces los hombres no expresan lo que desean por temor a mostrarse poco viriles o porque no deben abordar temas “femeninos”, lo que limita la comunicación entre ambos (Castañeda, 2002). 



D) Dificultades en la pareja: la doble moral de la fidelidad dicta que al hombre se le permite tener relaciones fuera de la pareja; esta regla crea y promueve toda una red de mentiras que daña no sólo a las relaciones de pareja, sino también las relaciones familiares, sociales y profesionales pues introduce además el elemento de la falsedad, promueve la evasión de la responsabilidad y de sus obligaciones familiares. Además, la división afectiva anteriormente mencionada se ve reflejada en la pareja, pues como menciona Castañeda (2002) “hombres y mujeres comparten casa y cama, pero en lo afectivo viven separados” (p.248).


E) Culpabilidad y ambivalencia respecto a la madre: Cuando existe ausencia afectiva del padre, para los hijos varones les es más difícil separarse afectivamente de la madre, sienten la necesidad de acompañarla y protegerla y acaban asumiendo responsabilidades que no le corresponden, y cuando crecen se sienten culpables de “abandonarla”. 

¿Qué se puede hacer?

Afortunadamente, en la actualidad la sociedad demanda que los hombres desarrollen comportamientos incompatibles con la hipermasculinidad (De Lemus & Moya, 2004), tal como mayor compromiso en las relaciones interpersonales, la comunicación de emociones, compartir responsabilidades domésticas y crianza de los hijos, así como limitar toda manifestación de agresividad y violencia (Levant, 1996). Sin embargo, existen algunas medidas que se deben tomar en consideración para erradicar el machismo y sus consecuencias, Castañeda (2002) menciona algunas de ellas:

- Licencias de paternidad: Que todo empleo considere el otorgamiento de licencias de paternidad y horarios flexibles que les permitan a los padres involucrarse afectivamente con sus hijos desde un principio. Dejar de monopolizar la maternidad y asumir la capacidad del cuidado y atención de los hijos mediante una paternidad mucho más presente, constante, comunicativa y amorosa.

- Negociar y renegociar: en cuanto a la división del trabajo y tareas domésticas, responsabilidades de la dinámica familiar, toma de decisiones y compartir información económica, es decir, ingreso, ahorro, bienes, proyectos de gasto y lo que cada uno en aporta económicamente al hogar si caer en las exigencias de dar lo que no esté en sus posibilidades por el hecho de ser de un sexo determinado. Se sugiere que en cada relación de pareja se divida el ingreso en tres partes: una individual para cada persona y otra común para los gastos de la convivencia familiar.


- Educación igualitaria: educar a los hijos de una manera menos estereotipada según el sexo, fomentando en los varones características femeninas” y en las niñas características “masculinas”; cambiar la concepción de los juegos infantiles, es decir, promover que los niños de ambos sexos jueguen con todo tipo de juguetes sin hacer distinción entre muñecas para niñas y pistolas para niños. De igual forma, sería importante que las madres jugaran con sus hijos varones y los hombres con las niñas para que ambos aprendieran gracias al ejemplo que no hay juegos exclusivos masculinos o femeninos. Sería importante también proponer sistemas educativos mixtos y no que se centren o enfaticen las diferencias entre los sexos.

- Reaprendizaje emocional: en lugar de prohibir emociones para cada sexo, es importante aceptar que todos los seres humanos comparten sentimientos universales. Es necesario entonces reetiquetar las emociones ya no conforme a lo que se debe sentir, sino a lo que en realidad se experimenta.

- Modificar los patrones de comunicación: correr el riesgo de hablar claro, de abordar temas “femeninos”, de no engancharse en el silencio a manera de indagar qué le sucede al otro ni esforzarse por adivinar cuáles son sus sentimientos o pensamientos verdaderos, ya que hacerlo significaría aceptar la carga de trabajo de la comunicación. Posiblemente si las mujeres no llenaran los huecos comunicativos de los hombres éstos se verían obligados a hablar más de lo que les sucede.


- Comunicación en la pareja: revisar periódicamente las necesidades sexuales y afectivas de cada uno en la pareja a manera de resolver muchos de los problemas que afectan las relaciones.


Consideraciones clínicas

Considerando lo anteriormente presentado, el machismo dentro del ámbito clínico bien puede ser un indicador de psicopatología o un elemento que contribuya a cierta sintomatología en particular. El estrés, ansiedad, alcoholismo, trastornos psicosomáticos, disfunciones sexuales, actos de impulsividad y violencia; etc., guardan en cierta forma una relación con los esquemas de pensamiento machista.

Por ello, vale la pena indagar en la historia clínica, el proceso de socialización e identificación con la figura paterna, así como del estilo de crianza y dinámica familiar en la infancia y adolescencia; pues son éstos elementos los que se encuentran implícitos en la formación de su identidad masculina y el comportamiento actual que está en función de cumplir las expectativas de dicha identidad. 

La Psicoeducación sobre el machismo y sus esquemas de pensamiento sería de gran ayuda y orientación, dando a conocer que se trata de patrones sociales y culturales que promueven fallas en la comunicación, agresividad innecesaria, evasión de la responsabilidad, y facilita la represión y proyección de emociones; pero que sin embargo no son fallas irreversibles y que se pueden modificar de manera efectiva para su bienestar.

De igual forma, una reeducación sentimental y de estrategias de comunicación resultaría efectiva, es decir, orientar a los pacientes masculinos a expresar con precisión lo que están experimentando en lugar de recurrir a vagas generalidades como “me siento mal” o “no sé qué me pasa”.


Elaborado por: 
Psic. Katia C. Uresti Maldonado
CLINICA ICERP
Boulevard Tamaulipas # 1530 Fracc. Sierra Gorda
Tel: 834-152-0040 



Referencias

Brooks, G. R. (1992). Gender-sensitive family therapy in a violent culture. Topisc in family psychology and counseling 1, 24-36.
Castañeda Gutman, M. (2002). El machismo invisible. México D.F.: Grijalbo.
De Lemus, S., & Moya, M. (2004). Superando barreras: Creencias y aspectos motivacionales relacionados con el ascenso de las mujeres a puestos de poder. Revista de psicología general y aplicada, 57, 225-245.
Díaz-Guerrero, R. (2003). Bajo las garras de la cultura. México: Trillas.
Diaz-Guerrero, R. (2006). Psicología del Mexicano. Descubrimiento de la Etnopsicoloía . México: Trillas.
Díaz-Loving, R., & Rocha Sánchez, T. E. (2011). Identidades de género. Más allá de cuerpos y mitos. México: Trillas.
Duque, L., & Montoya, N. (2010). Características de las personas: Actitudes machsitas. Documento preparado para el Programa de Prevención de la Violencia y otras conductas de Riesgo PREVIVA. Universidad de Antioquia. Medellín.
Eisler, R. M. (1995). The relationship between masculine gender role stress and mens´s health risk: The validation of a construct. En R. Levant, & W. Pollack, A new psychology of men (págs. 229-252). New York: Harper Collins.
Fernández, J. (1996). Varones y mujeres. Desarrollo de la doble realidad del sexo y del género. Madrid: Pirámide.
Giraldo, O. (1972). El machismo como fenómeno psicocultural. Revista Latinoamericana de Psicología Vol. 4 No.3 Redalyc, 295-309.
Hardy & Jiménez, E. (1966). La mujer delincuente. México: Pax.
Kaufman , M. (1995). Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. En L. G. Arango , M. León, & M. Viveros, Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino (págs. 123-146). Colombia: Tercer mundo S.A.
Levant, R. F. (1996). The new psychology of men. Professional psychology: Research and practice 27, 259-265.
Lewis, O. (1967). Los hijos de Sánchez . México: Moritz.

Pleck, J. H. (1995). The gender role strain paradigm: An update. En R. Levant, & W. Pollack, A new psychology men (págs. 11-32). New York: Basic Books.


martes, 10 de marzo de 2015

Implicaciones Psicológicas del Machismo (Parte I)

IMPLICACIONES PSICOLÓGICAS DEL MACHISMO
Parte I
Uresti Maldonado, Katia c.


El machismo es un fenómeno cultural que existe desde tiempo atrás; y no sólo es el factor cultural el que le otorga ciertas características y permanencia en la sociedad actual, sino los aspectos psicológicos que se encuentran implícitos y que permanecen en la actualidad.

Para conocer las implicaciones psicológicas del machismo y sus consideraciones clínicas, es importante primero conocerlo, por lo que en esta primera parte del artículo se describe ampliamente el machismo, sus características, sus distintas expresiones, su origen histórico y su presencia en la actualidad.

¿Qué es el machismo?

El machismo es una forma de hipermasculinidad usada para describir una actitud de superioridad y dominio por parte de los hombres, esta actitud es estimulada por la sociedad Latinoamericana, en donde los estilos de crianza ejercen un papel fundamental (Duque & Montoya, 2010).  En otras palabras, el machismo consiste en el énfasis o exageración de las características masculinas y aunque existe en todas las clases sociales y distintas culturas puede manifestarse de forma diferente de un grupo a otro (Giraldo, 1972).

Características del machismo:

Las características más sobresalientes del machismo son: agresividad, violencia física y verbal, falta de temor, excitación frente al peligro, comportamiento sexual promiscuo, capacidad sexual y reproductora, restricción de la expresión emocional, proveedor de necesidades a su familia, lenguaje obsceno, fuerza física, capacidad para ingerir gran cantidad de alcohol, comportamientos controladores de mujeres y niños (Duque & Montoya, 2010; Giraldo, 1972) entre otros.

Tipos de expresión machista:

Andrade (1992) ha resumido las expresiones de hipermasculinidad en cuatro arquetipos:

A) Macho conquistador: caracterizado por valentía y falta de temor para enfrentar situaciones peligrosas.
B) Macho playboy: se basa en considerar al hombre superior a la mujer en los dominios social, biológico e intelectual, lo que legitima a los ojos de quien así piensa y siente, las licencias del hombre frente al cortejo a la mujer, en la relación sexual y en lo referente a que al hombre se le tolera el adulterio.
C) Macho enmascarado: describe al hombre que esconde sus intenciones tras una máscara de ingenuidad y astucia. Este tipo de hombre es considerado el rebelde con deseos de poder y, frecuentemente, quien lucha a favor de la sociedad oprimida.
D) El auténtico hombre: es decir, el hombre que simplemente trata de ser un esposo y padre responsable, que cree en el honor, el respeto que le es debido, la fortaleza para enfrentar las situaciones de la vida, la dignidad y la protección de la familia que le corresponde ejercer.

¿Cómo surge el machismo?

Algunos autores, como Rodríguez, Marín & Leone (1993) coinciden al definir el machismo como una construcción cultural, debido a que es precisamente el factor sociocultural el que determina lo que es ser hombre o mujer en una sociedad y por ende, esta forma de hipermasculinidad.
De esta forma, al momento del nacimiento e incluso desde la concepción del ser humano se depositan sobre el pequeño ciertas expectativas y deseos mediante la atribución de características femeninas o masculinas a cada sexo, a sus actividades, conductas y todas las áreas de su vida. Es así como la sociedad fabrica los ideales de ser hombres o mujeres de acuerdo a su cultura (Lamas, 1995),

Sin embargo, la manera de cómo impacte el factor sociocultural en el comportamiento y/o personalidad dependerá según Díaz-Guerrero (2003) del tiempo histórico, es decir, de los cambios sociales y culturales vigentes en la actualidad (Fernández, 1996).
A pesar de que no se tiene registro del origen del machismo, Jiménez (1966) asegura que éste ya se encontraba presente en el mundo prehispánico en donde el hombre era sobrevalorado y ejercía total dominio y poder sobre la mujer. Por otra parte, Fuller (2012) señala que en México, el machismo viene a ser reforzado en la década de los 40’s cuando se consolida el estado nación y se construye una identidad nacional moderna en donde el “guerrero revolucionario” con las características de la hipermasculinidad, se convierte en un ícono de la nueva mexicanidad, imagen que fue ampliamente difundida por el arte popular y los medios de comunicación; y que claro, los estilos de crianza fueron transmitiendo como expectativa a cumplir por todo hombre desde su nacimiento.




El machismo en la actualidad

Considerando que la expresión del machismo depende del tiempo histórico actual, y de las determinantes sociales y culturales, vale la pena preguntar ¿existe el machismo en la actualidad?

En 2010 Díaz, Rosas & González elaboraron la Escala de Machismo Sexual (EMS-Sexismo-12) con la finalidad de medir el grado de machismo de hombres y mujeres desde la perspectiva sexual, el instrumento fue aplicado en la ciudad de Monterrey Nuevo León, México. En sus resultados encontraron que las características principales del machismo en México seguían bajo la definición clásica del sexismo o sexismo hostil, el cual se refiere a la actitud negativa hacia las mujeres, por lo que quiere decir, que hasta 2010 aún se presentaban rasgos de machismo en dicha población.

Más adelante, en 2014 Uresti, Orozco y Muños realizaron un estudio para determinar la relación de la percepción de machismo con rasgos de expresividad y estrategias de afrontamiento al estrés en Cd. Victoria Tamaulipas, México; administrando la Escala M de Adamovsky, Bertoni & Cortada (1970) para determinar la presencia de percepción machista y estableciendo además percentiles que permitieron establecer los parámetros de nivel bajo, nivel medio bajo, nivel medio alto y nivel alto de percepción machista. Los resultados mostraron que la población masculina estudiada se percibe en un nivel promedio de machismo, es decir en los niveles promedio. Es importante mencionar que la presencia de machismo en niveles altos es mínima con un 4.6%.
Así que en respuesta a la pregunta ¿el machismo existe en la actualidad? La respuesta es sí, aunque afortunadamente, no en un alto nivel.


Elaborado por: Psic. Katia C. Uresti Maldonado
CLINICA ICERP
Boulevard Tamaulipas # 1530 Fracc. Sierra Gorda
Tel: 834-152-0040 

Referencias

Andrade, R. (1992). Machismo: A universal malady. Journal of American Culture 15 (4), 33-41.
Díaz, C., González, M., & Rosas, M. (2010). Escala de Machismo Sexual (EMS-Sexismo-12): Diseño y análisis de propiedades psicométricas. SUMMA Psicológica UST Vol. 7 No. 2, 35-44.
Díaz-Guerrero, R. (2003). Bajo las garras de la cultura. México: Trillas.
Duque, L., & Montoya, N. (2010). Características de las personas: Actitudes machsitas. Documento preparado para el Programa de Prevención de la Violencia y otras conductas de Riesgo PREVIVA. Universidad de Antioquia. Medellín.
Fernández, J. (1996). Varones y mujeres. Desarrollo de la doble realidad del sexo y del género. Madrid: Pirámide.
Fuller, N. (2012). Repensando el Machismo Lationoamericano. Masculinities and Social Change, 1 (2), 114-133.
Giraldo, O. (1972). El machismo como fenómeno psicocultural. Revista Latinoamericana de Psicología Vol. 4 No.3 Redalyc, 295-309.
Lamas , M. (1995). Cuerpo e identidad. En L. G. Arango, M. León, & M. Viveros, Género e identidad Ensayos sobre lo femenino y lo masculino (págs. 62-79). Colombia: Tercer mundo editores.
Rodriguez Kauth, Á., Marín de Magallanes, L., & Leone de Quintana, M. E. (1993). El machismo en el imaginario social. Revista Latinoamericana de Psicología 25 (2) Redalyc, 275-284.
Uresti,K., Orozco, L. & Espinosa, C. (2014). Percepción de machismo y su relación con rasgos de expresividad y estrategias de afrontamiento al estrés en hombres adultos. Tesis de licenciatura. Cd. Victoria Tamaulipas, México: Universidad Autónoma de Tamaulipas.