viernes, 29 de mayo de 2015

Relatoría del Libro "Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el psicólogo clínico".


 "Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el psicólogo clínico".

De Almanza Avedaño, Ariagor Manuel.





       Hoy hablaré del libro "Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el psicólogo clínico y de la salud", escrito por mis colegas la Dra. Luz Adriana Orozco Ramírez, el Dr. José Luis Ybarra Sagarduy y la Dra. Andrómeda Valencia Ortiz, en el que también han colaborado psicólogos y psicólogas de otras universidades de la república, como la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma del Estado Hidalgo, y sobre todo, de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, para quienes es necesario reconocer su labor en la construcción de esta obra, que no sólo pone en alto el nombre de la institución, sino que también indica uno de los rumbos que está tomando la psicología en el estado de Tamaulipas y a nivel nacional, la búsqueda de su profesionalización en el ámbito clínico y de la salud, en base a intervenciones con apoyo empírico.

        Creo que para comprender el aporte que realizan los autores mediante esta obra, es importante situarse en el contexto de la psicología clínica y de la salud en México. En el proceso de formación de los psicólogos pertenecientes a estos campos, se exige que desarrollen competencias en ámbitos como la investigación, la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento. Difícilmente alguien dentro del campo estaría en desacuerdo con tal objetivo, pero como ocurre comúnmente, construir los puentes entre la teoría y la práctica, entre el discurso y la acción, la política y su implementación, es un proceso que conlleva, como muchas cosas de la vida, avances y caídas, claridad y ambigüedad.

        Desde mi perspectiva, la psicología clínica en México no es monológica, sino que existe una multiplicidad de voces respecto a cómo se entiende y se lleva  a cabo la práctica clínica. Dichas voces, lamentablemente, no suelen dialogar entre sí, y como en cualquier sociedad, grupo, familia o individuo, cada voz mantiene una mirada parcial sobre la realidad clínica, y por ello, cada voz considera que su mirada es más sofisticada, útil o legítima que la otra. Un problema con esta situación, es que cuando se limita el diálogo, es difícil encontrar pautas que conecten o atraviesen las diversas modalidades de la práctica clínica, así como valorar los beneficios y limitaciones particulares de cada una de dichas modalidades. Por otro lado, para los psicólogos en formación, puede ser confuso lidiar con esta multiplicidad de voces clínicas, y comúnmente, eligen escuchar una de las voces, generalmente la hegemónica o más poderosa, antes de conocer las diversas voces y adquirir una perspectiva más profunda del campo clínico a través de la reflexión crítica sobre las mismas.

        Para la promoción del diálogo entre las diversas voces clínicas es necesario establecer un lenguaje común que permita a las voces tanto mostrar sus aportes particulares, como la comprensión del otro. Una apuesta valiosa para el establecimiento de dicho diálogo es el requerimiento de sustento empírico para las intervenciones desarrolladas desde cada práctica clínica, así como la sistematización de los procesos de intervención para favorecer sus posibilidades de replicación. Aún es necesario establecer un debate sobre los métodos más pertinentes para brindar sustento empírico, así como los indicadores de un tratamiento exitoso, sin embargo, la promoción de intervenciones basadas en la evidencia es un punto común para el inicio del diálogo.

            La psicología clínica y de la salud en México, además de esta lucha consigo misma, se encuentra en una lucha de legitimación como práctica cultural. En la vida cotidiana, las personas hablan de la psicología y toman prestado sus términos, sienten fascinación por el comportamiento "irracional" o se preguntan cómo podría la psicología ayudar a manejar sus dificultades, incluso buscan acercarse a ella a través de los libros de auto-ayuda o los talk shows, sin embargo, acudir al psicólogo para el cuidado de su salud mental no es todavía una práctica arraigada culturalmente, está en proceso de constituirse como tal. La mayor parte de las personas, cuando lidian con las dificultades que encuentran en la vida, recurren a sus relaciones sociales, al repertorio de estrategias que se promueven en su contexto cultural, las tradiciones, la religión, las prácticas esotéricas, o incluso, como muchos sobrevivientes mencionan, "a sí mismos". Es decir, las personas buscan los remedios "naturales" disponibles, a bajo costo o prescritos culturalmente, antes de acudir al especialista en salud mental (e incluso cabe señalar el riesgo de que la gente recurra exclusivamente a los psicofármacos como  solución única ante las crisis, dilemas, problemas que emergen en su vida). Esto implica un reto para la psicología en México, pues requiere pensar no sólo en términos de mercado y de atraer consumidores a la clínica, sino cómo favorecer que en la cultura sea una estrategia recomendable para el manejo de las dificultades, y el cuidado de la salud mental. Es decir, cómo promover la influencia de la psicología en la cultura, adquirir un espacio de mayor relevancia para las comunidades, más allá de la fascinación que ejerce en el imaginario colectivo.

            Otro aspecto vinculado al problema de la legitimación, tiene que ver con la importancia que otorga el Estado a la psicología en la reflexión sobre los problemas nacionales y su solución (aproximada), así como con la regulación de la práctica clínica. Por supuesto que no se busca una burocratización del trabajo del psicólogo que limite su acción ni una persecución para la erradicación de los "chartalanes" en beneficio de ciertos grupos dentro del campo como lo ha advertido Roudinesco en Francia, sino más bien la exigencia de que los psicólogos clínicos y de la salud tengan conocimientos teóricos sólidos sobre la problemática que atenderán, hayan recibido una capacitación y supervisión adecuada en las intervenciones requeridas para atender a la población,  puedan evaluar empíricamente dichas intervenciones, y sistematizarlas para su replicación. Esto no sólo tiene beneficios colectivos para la psicología en aras de su legitimación como alternativa cultural, sino que mejora el ejercicio profesional a nivel individual, pero sobre todo, permite actuar éticamente mejorando los servicios de atención al paciente (cliente o usuario) y reducir la posibilidad de prácticas iatrogénicas.

            Y en este punto regreso al motivo por el que estamos hoy aquí. El libro "Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el psicólogo clínico y de la salud", además de ser una rosa en el desierto, es una brújula, un mapa, las señales que se van dejando en el bosque para no perderse. Considero que es una referencia obligada para psicólogos en formación o que se encuentran en estos campos, para entender ese lenguaje común de la práctica clínica basada en la evidencia y darse cuenta de la importancia de aplicar intervenciones que hayan sido comprobadas empíricamente a fin de apoyar a sus pacientes en el manejo de sus dificultades, de la mejor manera posible. Por otro lado, es un constante recordatorio de la importancia de actualizar continuamente nuestra formas de intervención y de identificar necesidades de capacitación para un mejor desempeño de nuestro ejercicio profesional.

             En el libro podrán encontrar las intervenciones con sustento empírico en los principales problemas que se atienden dentro de las instituciones de salud mental, tanto en el ámbito privado como público: los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de ansiedad y los trastornos de la infancia y la adolescencia. Asimismo, da cuenta de las intervenciones con apoyo empírico para la atención de diversas problemáticas en términos de salud pública: diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares, infección por VIH y sida. En este sentido, el libro es una lámpara para aquel explorador que realiza sus primeras excursiones en un campo, que al inicio puede parecer oscuro, y que incluso con el paso del tiempo, sigue manteniendo algunos espacios de sombras y misterio. El libro es a la vez una cartografía para conocer las rutas más utilizadas para surcar el vasto océano clínico; también es un pasaje secreto que se encuentra al atravesar un laberinto. Finalmente, el libro no sólo permite identificar las pautas más adecuadas para la atención de los padecimientos mencionados, sino también inspira a la búsqueda nuevos caminos, pero exige el rigor requerido en busca del mayor beneficio posible para los pacientes.    


            Me gustaría terminar este texto, agradeciendo a todos los autores por crear una valiosa obra colectiva, que contribuye  a la formación de futuras psicólogas y psicólogos,  propone la búsqueda de evidencia como un punto de reunión entre las diversas aproximaciones clínicas y sobre todo,  promueve la legitimación de la psicología clínica y de la salud con la exigencia de sistematización, rigor y transparencia, lo cual permite distinguir a nuestra disciplina de otras prácticas culturales.  En términos sencillos, los exhorto a leer esta obra, permítanse ser inspirados por ella, a fin de que esta brújula los lleve a caminos seguros y lugares insospechados,  en beneficio de su desempeño profesional y de las personas a quienes sirven. Gracias por su atención.  


Dr. Ariagor Manuel Almanza Avendaño

viernes, 8 de mayo de 2015

CREENCIAS RACIONALES E IRRACIONALES.

CREENCIAS RACIONALES E IRRACIONALES.
De León Barrón, Alma Elvira.



Los acontecimientos externos que le ocurren a una persona y los efectos emocionales que le originan, están influenciados en gran medida por los pensamientos, ya  que éstos últimos actúan como una instancia intermedia entre las experiencias que vivimos y las emociones que experimentamos  (Santandreu, 2012).



Tal como decía Epicteto “las  personas no se afectan por los acontecimientos, sino por la opinión que se hace de éstos", y la mayoría de las veces se tiene la impresión de que los hechos producen de manera automática las emociones, y este error impide alcanzar el bienestar emocional (Santandreu, 2012). Dicho de otra manera los pensamientos, emociones y conductas están interrelacionados (Medrano, Galleano, Galera y  Del Valle, 2010),  y como ejemplo se muestra lo siguiente.

Siguiendo lo anterior se pueden distinguir dos tipos de creencias: las irracionales y las racionales. Las primeras son cogniciones que tienen como característica principal ser absolutistas y provocar  malestar y debilidad emocional. Estas creencias irracionales se expresan en términos de   “debo de” o “tengo que”,   de carácter dogmático sobre uno mismo como “debo tener éxito y la aprobación de los demás para ser valioso”; sobre  otros como “los demás deben actuar de una manera considerada y justa conmigo; o sobre la vida en general como “la vida no debe tener complicaciones graves, y tiene que incluir facilidades y comodidades”. (Ellis & Abrahms, 2005; Santandreu, 2014).



Las creencias irracionales  proceden de intensificar deseos y preferencias convirtiéndolas en demandas o exigencias, cargadas de presión y obligación (Ellis & Abrahms, 2005; Santradeu, 2014), y destacan las siguientes (Lilienfeld et al., 2014: Caro, 2011)  

  • Que existe una necesidad extrema en los adultos de ser amados,  y aprobados por prácticamente cada persona significativa de su vida en todo momento.
  •  Que para ser valioso se debe ser competente, y capaz de lograr cualquier cosa en todos los aspectos posibles de la vida.
  • Que hay cierta clase de personas que son malvadas e infames, y que deben ser castigadas por sus actos de maldad.
  • Que es catastrófico el hecho que las cosas no sigan por el camino que a uno le gustarían que fuesen.
  • La idea de que la desgracia humana se origina por causas externas, y que las personas no tienen la capacidad de controlar las perturbaciones emocionales que se le puedan presentar.
  • La idea de que si algo puede ser peligroso, la persona se debe sentir inquieta y preocupada por ello.
  • Que es más fácil evitar las responsabilidades y dificultades de la vida, que afrontarlas.
  • Que el pasado de una persona es un factor determinante en su vida y en su conducta actual.
  • Que existe una solución correcta y perfecta para los problemas de la vida, y  que si no se encuentra sobreviene una catástrofe.
  • Que la felicidad humana puede lograrse a través de la inactividad.
  • Que debemos tener un control preciso sobre  las cosas para sentirnos cómodos.
  • Que se debe depender de los demás y que se necesita alguien fuerte en quien confiar.
Por el contrario las creencias racionales se expresan a través de deseos y preferencias, en las que el individuo crea expectativas realistas, que  en vez de provocar emociones negativas que impiden alcanzar las metas personales, ayudan a evaluar de manera objetiva la situación que se  presenta (Ellis & Abrahms, 2005; Santandreu, 2012). Estas creencias son  lógicas, tranquilas y maduras, que producen ilusión por mejorar las cosas, sin obsesionarse con determinado resultado y son la la elección de las personas fuertes y sanas. (Santandreu, 2014)
Algunos ejemplos de creencias racionales son (Santandreu, 2014)
  • Para ser feliz no necesito hacerlo todo bien, sino con amor.
  • No necesito  que todo el mundo me trate bien todo el tiempo y en todo momento.
  • El mundo no funciona  perfectamente, y pese a eso muchas personas  han conseguido disfrutar de la vida.


Con base en lo anterior, se puede decir que una persona racional es aquella que acepta lo que en realidad existe en el mundo, trata de vivir amigablemente y relacionarse íntimamente  en su grupo social  o comunidad, se compromete en un trabajo productivo y agradable, participa en actividades recreativas elegidas por sí misma y que van desde los deportes hasta las artes y las ciencias (Ellis & Abrahms, 2005). 


Existen diversas técnicas que ayudan a las personas a cambiar sus pensamientos irracionales, por otros más adaptativos,  que les permitan experimentar emociones positivas, que les faciliten  alcanzar sus metas personales y a lograr un bienestar emocional.

En resumen, las personas creen que el malestar emocional que experimentan viene determinado por los estresores o adversidades que les suceden, siendo que los pensamientos juegan un papel crucial en la manera en como los seres humanos interpretan la información del exterior y como se relacionan con los demás individuos de su entorno.

Las creencias irracionales tienen  como características ser absolutistas y provocar emociones negativas, y se expresan a través del Debo de y Tengo que. Mientras que las creencias racionales se manifiestan mediante deseos o preferencias, que favorecen el logro de las metas o sueños que se ha planteado un individuo.

El aceptar lo que en realidad existe en el mundo y en nuestro alrededor, vivir amigablemente teniendo relaciones sociales cercanas con las personas que nos rodean o la comunidad, comprometerse en un trabajo productivo y agradable, y realizar actividades recreativas, son características de las personas racionales. Alcanzar el bienestar emocional es posible, gracias a diversas técnicas que ayudan a las personas a modificar  sus pensamientos irracionales, por otros más adaptativos que les ayuden  a experimentar emociones positivas.



Si usted cree que necesita ayuda llame o acuda  a:
Boulevard Tamaulipas (Calle 8), entre Veracruz y Olivia Ramirez #1530 Fracc. Sierra Gorda
Tel: 834-152-0040 




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Caro, I. (2011). Hacia una práctica eficaz de las psicoterapias cognitivas. Modelos Técnicas principales. Bilbao, España: Ed. Desclee Brouwer.

Ellis, A & Abrahms, E. (2005). Terapia Racional Emotiva. México, DF: Ed. Pax México.

Lilienfeld, O., Lynn, J., Namy, L., Woolf, N., Jamienson, G., Marks, T. & Slaugter, V. (2014). Psychology from inquiry to urdenstanding. Australia: Ed. Pearson.

Medrano, L., Galleano, C., Galera, M. & Del Valle, R. (2010). Creencias irracionales, rendimiento y deserción académica en ingresantes universitarios. Liberabit, 16 (2), 183-192.

Santandreu, R. (2012) El arte de no amargarse la vida. Ed. Oniro: México. DF.

Santandreu, R. (2014). Los lentes de la felicidad. Descubre tu fortaleza emocional. Ed. Grijalbo. México, D.F


jueves, 30 de abril de 2015

Manejo de la religiosidad en la intervención clínica y de la salud.

Manejo de la religiosidad en la intervención clínica y de la salud.

 Garza Martínez, Silvia G.



Introducción.

          El proceso de emancipación de la Psicología como disciplina científica, separándose de la teología y ofreciendo niveles científicos equiparables a otras ciencias, ha sido lento pero profundo y minucioso. Sin embargo, ante esta búsqueda de la cientificidad, durante mucho tiempo se erradicó la dimensión religiosa/espiritual del hombre, quedando a la deriva la comprensión de sus motivaciones intrínsecas. En las últimas décadas, los estudiosos de las nuevas propuestas en Psicología han incluido, en el entendimiento integral del hombre, esta dimensión, encontrando elementos útiles, a la vez que se ha analizado la necesidad de formar al terapeuta en la apertura a los temas religioso/espirituales, sin perder su criterio profesional. El manejo de estos aspectos en la terapia ha proporcionado un complemento enriquecedor física y emocionalmente.



Resurgimiento de la dimensión religiosa/espiritual en la Psicología.

          Desde la antigüedad, la religión y la espiritualidad han tenido una fuerte relación con los temas científicos. Lo mismo ha pasado en el campo de la Psicología, reconocida actualmente como ciencia, la cual tiene sus raíces históricas en filosofías que la relacionan considerablemente con la religión. Si se analizan las diferentes fuentes de información a las que se puede tener acceso hoy en día, puede observarse, de acuerdo con Yoffe (2012), que en el transcurso de la historia de la humanidad, la religión y la espiritualidad fueron parte de la experiencia humana; sin embargo, siglos atrás fueron separadas la Psicología y la Religión, creyendo que al abordar los temas relacionados con la fe se entraría en el campo de la filosofía y la moral, dejando así de ser un problema científico
.


Pero en los últimos cien años, algunos estudiosos de la psicología desarrollaron las primeras investigaciones dentro del área científica que fuera denominada “Psicología de la Religión”, misma que surgió en Europa y en los Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Posteriormente se incluyó el estudio de la espiritualidad, pasando esta área a denominarse “Psicología de la Religión y de la Espiritualidad”, centrándose en temas como: la experiencia religiosa, la conversión, la fe, las prácticas y las creencias religiosas y espirituales, los diversos modos de participación religiosa y de afrontamiento religioso.





Impacto del valor religioso en la salud integral del ser humano.
          El descuido de una formación integral, del cultivo de valores, de búsqueda del sentido de la vida y la necesidad de trascender, hace que las instituciones educativas, ya sean colegios, institutos o universidades, no respondan a su rol de formadores de la persona humana, sino que se queden básicamente restringidos a la formación de los aspectos cognitivos, como si esa fuera su única misión, descuidando lo demás; esta lamentable realidad la encontramos desde los niños que cursando sus primeros años, ya son víctimas de bullying, maltratos, intolerancias y violencia, incluso hasta en los grupos más avanzados en la formación como son los estudiantes universitarios (Salgado, 2012). Excluir el valor religioso en la formación de la sociedad ha excluido también los valores en la integridad del ser humano, llevándolo a consecuencias que repercuten en la convivencia y en los hábitos cotidianos, así como en su salud y el bienestar integral.


Manejo de la religiosidad en la práctica clínica.
Los valores religiosos, cuando aparecen en la consulta psicológica, raramente son abordados por el terapeuta, sin embargo, es necesario hacerlo cuando las creencias del paciente afectan de manera importante a su conducta y a sus emociones. Si se abordan, el terapeuta debe mantener una posición neutra, sin dar a conocer sus creencias y por supuesto no debe juzgar o valorar los de su paciente, al contrario, es necesario analizar la posible incidencia de las creencias del paciente sobre los problemas que está tratando (Díaz & Cano, 2001).

Para estos casos, es conveniente que el profesional de la salud mental, sin prejuicios, tenga disposición para introducirse, al menos teóricamente, en los elementos que forman parte de las creencias del paciente, lo cual le permita conocer con mayor claridad los aspectos relacionados con el contenido religioso que influyen en la estructura de pensamiento. Conocer la calidad de la relación con un poder superior asumida por las personas que asisten a terapia puede ayudar al terapeuta a entender los problemas psicológicos e interpersonales de las mismas (Richards & Bergin, 1997).

Impacto de la religiosidad/espiritualidad en el manejo de las pérdidas.

De acuerdo con Varela (2003), recientemente se entiende el fenómeno del duelo como el estado psicológico y afectivo que afecta a la persona que ha sufrido una pérdida significativa.  En efecto, el duelo como luto es un fenómeno profundamente humano que toca los sentimientos más hondos de la persona. Sobre esta misma línea, se entiende lo espiritual como el ámbito en donde la persona cuestiona y busca respuesta sobre el sentido de la vida, como la dimensión en la que se viven los valores decisivos que influyen en las opciones fundamentales de sí mismo; el progreso que se dé en la asimilación del duelo en el ámbito religioso/espiritual, suele repercutir positivamente en los demás ámbitos, el físico, el psicológico, y el social.

Entiéndase que el duelo por la muerte de un ser querido es la experiencia de la pérdida de algo valioso que se sitúa en la realidad central de la persona, de manera sobresaliente en el centro de su experiencia espiritual. El dolor por la pérdida de una persona amada puede, sin embargo, cuando el proceso es resuelto con coherencia, conducir a una nueva forma de vida, con mayor claridad de pensamiento, incluso a momentos de catarsis y cambios (Varela, 2003).


Aspecto religioso en padecimientos crónicos.
En los casos en que la persona experimenta un padecimiento crónico, la religiosidad puede llegar a ser un factor predisponente para mantener un estilo de afrontamiento óptimo, y por consecuencia, un óptimo manejo de la enfermedad. El sujeto religioso sentirá que no está solo, como tampoco que la divinidad actúa por sí misma, ya que confía en la posibilidad de un trabajo conjunto de colaboración entre ambos, y en la responsabilidad compartida con Dios u otro ser superior. El estilo de afrontamiento religioso colaborador se asocia a un mayor nivel de competencia personal, así como a beneficios y efectos positivos como una menor cantidad de síntomas de enfermedad, menores niveles de ansiedad y menores sentimientos de culpa (Yoffe, 2003).


Elemento religioso/espiritual y comportamientos resilientes.


En la literatura científica poco a poco se ha encontrado que las personas con creencias y prácticas religiosas o espirituales tienen un mayor desarrollo de comportamientos resilientes, los cuales empoderan a la persona para ser capaz de hacer frente a las circunstancias estresantes. Por ejemplo, en el estudio sobre religiosidad/espiritualidad y comportamientos resilientes de Barbosa (2012), se recolectó y analizó a través de entrevistas semidirigidas datos basados en teóricos de la sociología y de la antropología de la religión y  salud, de la resiliencia y de la psicología. En dicho estudio se encontró que las creencias religiosas y/o espirituales pueden permitir la comprensión, el significado y la gestión de las adversidades; así mismo, la religiosidad/espiritualidad parece favorecer una actitud de acogimiento, de empoderamiento y sentido de la vida.



Conclusión.

Cuando en la práctica clínica se habla de aspectos religiosos y espirituales del ser humano se puede abordar una parte importante del paciente, la cual pudiera tener una marcada relación con sus conflictos o sus fortalezas. Este aspecto abordado en la consulta clínica implica poseer un criterio profesional que permita permanecer neutral y a la vez ser capaz de detectar aquellas prácticas y creencias que influyan, ya sea positiva o negativamente, sobre su proceso terapéutico y canalizarlos de una manera efectiva.

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Referencias.

Barbosa, R. (2012). Religiosidad/espiritualidad y comportamientos resilientes. IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XIX Jornadas de Investigación VIII Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Buenos Aires, Argentina.

Díaz, E., & Cano, A. (Febrero. de 2001). Religiosidad en el ambiente familiar en dos casos de pacientes con ansiedad. Recuperado el 27 de Febrero de 2015, de Bibliopsiquis.: http://www.psiquiatria.com/bibliopsiquis/handle/10401/1763
Richards, P. S., & Bergin, A. E. (1997). Una estrategia espiritual para el asesoramiento y la psicoterapia. Washington: Asociación Americana de Psicología.
Salgado, A. (2012). Efectos del bienestar espiritual sobre la resiliencia en estudiantes universitarios de Argentina, Bolivia, Perú y República Dominicana. Lima, Perú: Univercidad Nacional Mayor de San Marcos.
Varela, V. (2003). Aspectos espirituales y religiosos del duelo por la muerte de un ser querido. México.
Yoffe, L. (2003). Efectos positivos de la religión y la espiritualidad en el afrontamiento de duelos. Psicodebate 7. Psicología, Cultura y Sociedad, 193-205.
Yoffe, L. (2012). Beneficios de las prácticas religiosas/espirituales en el duelo. Avances en Psicología, 9-30.



jueves, 16 de abril de 2015

La depresion en los hombres (Parte II)

La depresión en los hombres (Parte II)
Espinosa Muñoz, Consuelo

Las causas  de la depresión en los hombres
Las investigaciones científicas del sistema nervioso, genéticas y clínicas han demostrado de manera contundente que los trastornos depresivos son trastornos cerebrales, que también pueden ser ocasionados por circunstancias que obedecen a situaciones sociales. En el caso específico de los hombres mexicanos, algunas de las causas que se han encontrado asociadas a la depresión son las siguientes:




•La experiencia de un evento traumático como el abuso sexual en la infancia o adolescencia, genera consecuencias devastadoras en la esfera emocional  e impacta la identidad masculina sobre todo en la sexualidad. Al mismo tiempo que limita a los hombres para entablar  vínculos afectivos satisfactorios en la vida adulta.

 
 •La pérdida de la pareja por causas relacionadas a la violencia ejercida por los varones hacia la pareja, así como las relaciones extramaritales por parte de los hombres y la insatisfacción en la vida sexual en las mujeres. 

 



•La pérdida de la salud, ocasionada por padecer alguna enfermedad crónica o alguna lesión grave. Desafortunadamente la salud y el autocuidado no juegan un papel importante en la vida de los varones, sin embargo, cuando se llegan a enfermar, además de no buscar tratamiento, llegan a desarrollar depresión porque sienten que su cuerpo ha claudicado.

 
•La pérdida del trabajo o la insatisfacción laboral, y la adicción al trabajo. Estas son experiencias que constituyen  fuentes de malestar e incertidumbre en los hombres, con repercusiones en su identidad de género de proveedores económicos.



La depresión en el hombre de edad avanzada
El hombre enfrenta estrés de diferentes tipos a medida que va envejeciendo. Si ha sido el sustento económico principal de la familia y se ha identificado mucho con su trabajo, puede sentir estrés al retirarse de su profesión. Esta pérdida de una función importante, lleva a una disminución de autoestima, lo cual puede causar depresión. De igual manera, la pérdida de amigos y familiares y la aparición de otros problemas de salud puede causar depresión. Sin embargo, la mayoría de personas de edad avanzada se sienten satisfechas con su vida y no es “normal” tener depresión. 
La depresión es una enfermedad que puede tratarse de manera eficaz, reduciendo de esta manera el sufrimiento innecesario, aumentando las probabilidades de recuperación de otras enfermedades y prolongando la vida productiva. Es posible que los profesionales de la salud como el médico general, no detecten síntomas depresivos en pacientes de edad avanzada, porque éstos generalmente no quieren hablar de sus sentimientos de desesperanza, tristeza, pérdida de interés en actividades normalmente gratas, o de pena prolongada después de la pérdida de un ser querido, y principalmente se quejan de síntomas físicos.
Además, puede ser difícil reconocer un trastorno depresivo en pacientes que presentan otras enfermedades, como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales o cáncer, las cuales por sí mismas pueden causar síntomas depresivos, o pueden ser tratadas con medicamentos que tienen efectos secundarios parecidos a los síntomas de la depresión. Si se diagnostica un trastorno depresivo, un tratamiento con medicamentos apropiados y/o psicoterapia breve puede ayudar a los adultos de edad avanzada a controlar ambas enfermedades aumentando las probabilidades de supervivencia y la calidad de vida.

El suicidio

En México, el suicidio es un problema de salud pública que ha aumentado en las últimas décadas. De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, del total  de entrevistados,  el 8.3% manifestó haber tenido ideación suicida (se refiere a tener pensamientos serios acerca de suicidarse), el 3.2% hizo un plan para suicidarse y el 2.8% reportó haber intentado suicidarse. A pesar de que en este estudio, las mujeres fueron quienes presentaron más ideación planes e intentos suicidas en la vida, se observó que la prevalencia en los últimos 12 meses para el intento suicida fue mayor en los hombres (0.4% hombres y 0.1% mujeres)6. Por otra parte, otros estudios con población general7 y estudiantil, han documentado que los hombres usan métodos más letales para intentar suicidarse que las mujeres. Otro factor importante por considerar es que el suicidio en los hombres se asocia con la depresión. Sin embargo, muchos hombres no solicitan tratamiento y otros que sí lo buscan, no obtienen el diagnóstico y tratamiento adecuado. En muchos casos, dicho tratamiento podría salvarles la vida. Se necesita hacer más investigación para entender todos los aspectos de la depresión en el hombre, incluyendo cómo el hombre responde al estrés y a los sentimientos asociados a la depresión.  También es importante saber más acerca de cómo hacer que los hombres con depresión puedan reconocer esos sentimientos y obtener la ayuda necesaria.


Cómo ayudarse a sí mismo si está deprimido
 Los trastornos depresivos hacen que uno se sienta agotado, inútil, impotente y desesperado. Estos pensamientos y sentimientos negativos producen en algunas personas el deseo de rendirse. Es importante darse cuenta que estos puntos negativos son parte de la depresión y generalmente no reflejan con precisión las circunstancias reales. Los pensamientos negativos desaparecen cuando el tratamiento comienza a surtir efecto. Mientras tanto:
•Hacer ejercicio moderado, ir al cine o participar en actividades religiosas, sociales o de otro tipo puede ayudar.
•Establecer metas realistas teniendo en cuenta la depresión y asumir una cantidad razonable de responsabilidad.
•Dividir las tareas grandes en varias tareas pequeñas, establecer prioridades y hacer lo que se pueda en la medida que se pueda.
•Tratar de estar con otras personas y confiar en alguien; generalmente esto es mejor que estar solo y guardar secretos.
•Participar en actividades que pueden hacerlo sentir mejor.
•Esperar que el estado de ánimo mejore gradualmente, no inmediatamente. Para sentirse mejor hay que dejar que pase el tiempo. Generalmente, durante el tratamiento de la depresión, el sueño y el apetito mejoran antes que el estado de ánimo.
•Es aconsejable posponer las decisiones importantes hasta que la depresión haya pasado. Antes de tomar decisiones importantes, como cambiar de trabajo, casarse o divorciarse, converse sobre el tema con otras personas que lo conocen bien y tienen una opinión más objetiva de su situación.
 •Las personas raramente salen del estado depresivo con rapidez, pero se sienten un poco mejor cada día.
•Recuerde, los pensamientos positivos reemplazarán a los pensamientos negativos que son parte de la depresión, y éstos desaparecerán a medida que su depresión responda al tratamiento.
•Deje que su familia y amigos lo ayuden
  
Conclusión
¿Conoce usted un hombre malhumorado, irritable y que no tiene sentido del humor? Quizás bebe en exceso o abusa de sustancias tóxicas, como el alcohol y las drogas. Quizás es física o verbalmente violento con su esposa e hijos. Quizás trabaja todo el tiempo, o busca excitación compulsivamente con comportamiento de alto riesgo. O quizás parece que se aísla, es muy reservado y no se interesa en las personas ni en las actividades que antes disfrutaba.

QUIZÁS ESTE HOMBRE ES USTED.
De ser así, es importante entender que hay un padecimiento  llamado depresión que podría causar estos sentimientos y comportamientos.
O quizás este hombre es alguien importante para usted. Trate de hablar con él, o con alguien que probablemente él escucharía. Ayúdelo a entender que la depresión es un malestar común en los hombres y no debe avergonzarse.

Anímelo a ver a un profesional de la salud con el fin de determinar si tiene depresión. Para la mayoría de hombres con depresión, la vida no tiene que ser tan oscura y sin esperanza. La vida ya de por sí es difícil y el tratamiento de la depresión puede liberar recursos esenciales para enfrentar los desafíos de la vida de manera eficaz.

Cuando un hombre está deprimido, él no es el único que sufre. Su depresión también ensombrece las vidas de sus familiares, sus amigos, y prácticamente todas las personas cercanas. Lograr que inicie un tratamiento puede repercutir en mayor bienestar y esperanza para todas esas personas. La depresión es una enfermedad verdadera, es tratable y puede manifestarse en los hombres. Hay que tener valor para pedir ayuda, pero el hacerlo puede cambiar las cosas.

Si usted cree que necesita ayuda llame o acuda  a:
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Este material es una adaptación del  folleto: Los hombres y la depresión.  Desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos en el 2004 y se puede encontrar en la siguiente liga: http://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/los-hombres-y-la-depresion-folleto/index.shtml.  El NIMH establece  que por tratarse de una publicación de dominio público y “puede ser usada y copiarse o reimprimirse sin necesidad de obtener permiso del NIMH.


Fleiz C, Ramos L, Medina-Mora ME, Ito E (2008) Los malestares masculinos. Narraciones de un grupo de varones adultos de la Ciudad de México. Salud Mental. 31:381-390
Medina-Mora ME, Borges G, Lara C, Benjet C, Blanco J, Fleiz C, Villatoro J, Rojas E, Zambrano J, Aguilar-Gaxiola S (2003) Prevalencia de trastornos mentales y uso de servicios: Resultados de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en México.  Salud Mental. 26(4): 1-16
Medina-Mora ME, Rojas E, Borges G, Vázquez L, Fleiz C, Real T. Comorbidity: Depression and Substance Abuse. En: Aguilar-Gaxiola S y Gullotta T (eds) Depression in Latinos. Assessment, Treatment and Prevention.  Nueva York, Estados Unidos: Springer; p. 73-92: 2008. ISBN: 978-0-387-78-511-0
Mondragón L, Borges G, Gutiérrez R (2001) La medición de la conducta suicida en México: Estimaciones y Procedimientos. Salud Mental, 24(6): 4-15.
Ladepresión:http://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/depresion/index.shtml
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